España continúa el camino hacia una nueva legislatura. Nadie el pasado mes de Diciembre, a pesar de no contar con la importante normalidad política en el desarrollo democrático post-recesión, imaginaba que para ello transcurrirían varios meses...
España continúa el camino hacia una nueva legislatura. Nadie el pasado mes de Diciembre, a pesar de no contar con la importante normalidad política en el desarrollo democrático post-recesión, imaginaba que para ello transcurrirían varios meses y un nuevo proceso electoral. Simplemente quizá, y tras las pasadas elecciones autonómicas y municipales, los ciudadanos pronosticaban un duelo de extremos en la lucha por el Gobierno Central que definiera el modelo de convivencia entre el populismo gobernante y la enérgica revolución ‘podemita’. Incorporando los más arriesgados, a fuerzas políticas centristas en esta ecuación. En cambio hoy, la situación es diferente y lo único que no ha cambiado es la todavía perenne complejidad política. Quizás, ahora sí, enmarcada en la alargada sombra de una reforma electoral que evidentemente no ha llegado ni a ser debatida por los foros en funciones, pero de forma imperante en la dificultad de nuestros mandatarios para despejar el camino de intereses individuales y emprender un diálogo fértil con otras formaciones políticas. Dejando a un lado las fronteras rojas en las diferentes alianzas que abogan por la estabilidad institucional y la unidad de España. Es decir, mayoría parlamentaria o al menos, oposición cooperante. Este último, un reto mucho mayor para el estatus actual de madurez de nuestro sistema. Inmadurez que no ha de servir de pretexto para justificar la incapacidad a la hora liderar y convencer. Pues en definitiva, España está urgido de ágiles y atinadas respuestas como fruto de la ruptura del paradigma del bipartidismo y la inmediata conformación de un pacto de legislatura. Algo así como un modelo de convivencia que potencie el valor de la oposición y magnifique el cambio de las preferencias de voto, representando un hecho tan relevante como histórico. Punto en el que es necesario tener en cuenta que la palabra cambio sí está hoy muy presente, aunque no podemos olvidar que, su prima hermana llamada transición, nos solicita encontrar el equilibrio y no abandonar aquellas políticas económicas ya emprendidas. Las cuales nos guiaron a través del camino marcado por los lineamientos europeos y una aún lejana recuperación del Estado del Bienestar. Sendero en el que de forma paralela las fuerzas progresistas de cambio y aquellos partidos de emergente apoyo deberán aportar sentando las bases de la regeneración política.
Héctor Cubelos Sánchez