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Desde la acera de enfrente

El orgullo y el odio

El orgullo y el odio

Columna de Opinión de Rubén López Díaz. Ingeniero, jurista y activista LGTB. [email protected] @rubenlodi.

miércoles 15 de junio de 2016, 11:56h

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Este domingo EEUU se levantaba consternado por el brutal ataque terrorista (según el FBI) que ha sufrido una discoteca gay en Orlando, donde un hombre armado entró y disparó, causando, en el momento en el que escribo, al menos 20 muertos y 42 heridos. Hillary Clinton lo ha calificado de “horrible y devastador”. EEUU en legislación sobre la igualdad LGTB tiene aprobado el matrimonio igualitario e incluso está mejor que Castilla La Mancha en varios estados. En Argentina, el fin de semana pasado, Gino Lucero, un chico de 24 años, tras contarle a sus padres que era gay y éstos repudiarle, decidió lanzarse al vacío desde un edificio de la Facultad de Medicina donde estudiaba y quitarse la vida. Argentina está más avanzada que España en materia LGTB.


¿Por qué pongo estos dos casos? Porque creemos que por aprobar leyes, ya está todo resuelto y muchos nos dicen que el colectivo LGTB ya no deberíamos luchar, ni reivindicar leyes, planes de acción, ni siquiera gestos institucionales. Y desgraciadamente se equivocan mucho.


España no le va a la zaga en derechos al colectivo LGTB a Argentina ni a EEUU. Sin embargo, los delitos de odio siguen ocurriendo en las calles de nuestros pueblos y ciudades ante la impunidad absoluta de la ciudadanía. En los patios de colegio, el insulto “maricón” sigue siendo el más escuchado y no nos inmutamos. El año pasado mataron a una chica transexual en Alicante y no hubo consternación; al fin y al cabo, a los maricones nos han pegado siempre, me dicen algunos gais.


Se acerca el día del Orgullo. Muchos heterosexuales muestran su desacuerdo con que lo celebremos. Para nosotros el orgullo es la respuesta al odio. El delito de odio lo superamos con nuestra cabeza alta y orgullosa, con nuestra sonrisa y con ver la bandera del arcoíris ondear en nuestras instituciones, otrora homófobas y represoras.


Por eso este año he solicitado al alcalde y a los cuatro grupos municipales que no solo pongan la bandera arcorís y leamos un comunicado, como en 2015, sino que realicen otro gesto institucional: pintar un paso de peatones del arcoíris, como han hecho ciudades como Las Palmas, Vitoria, Mérida, Corralejo, Colmenar Viejo, Plasencia o Rentería. Con alcaldías del PP, PSOE o Podemos, porque aquí no se trata de hacer partidismo, sino de transmitir un contundente mensaje contra esa lacra.


Lo que para algunos puede parecer una horterada, para nosotros es un gesto de implicación y aceptación por parte de las instituciones. Esas mismas instituciones que hasta 1988 nos metían en la cárcel por darnos un beso en la calle o hasta 2005 no nos permitíais heredar de nuestros maridos. Nos lo debéis.

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