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La Pasión según...

La Pasión según...

La humildad es una de las virtudes que más valoro en este rato de existencia que nos regalan, en este trecho que llamamos vida y que muchos se empeñan en complicar soberanamente.

jueves 24 de marzo de 2016, 10:46h

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Desde esa perspectiva siempre he ejercido las facetas que me han tocado desempeñar y con esa premisa me pongo ante el teclado cada vez que tengo que escribir unas líneas, como éstas, o publicar una noticia, como las muchas que se conocen a través de este periódico llamado La Voz del Tajo.
Corren tiempos de Semana Santa y los Evangelistas –amén de las correcciones que han sufrido las Sagradas Escrituras, casi siempre merced a los intereses de quien gobernaba la Iglesia católica– nos han descrito La Pasión de Jesús como uno de los más amargos episodios de la Historia de la Humanidad.
Sin embargo, las similitudes de ese gráfico capítulo de La Biblia que todos conocemos se hacen realidad en el día a día de muchos de nuestros semejantes, pasando –en la mayoría de las ocasiones– desapercibidas para el común de los mortales.
Busquemos las analogías en los tiempos de esos judíos del año cero, en los que la clase dirigente gozaba de privilegios, prebendas y situaciones preferentes mirando desde arriba a los pobres, a los enfermos, a los apestados o a los que no tenían ningún tipo de valor.
Yo, que cruzo mis pasos con gentes de cualquier ‘clase social’ (como algunos cínicos siguen queriendo diferenciar a unas personas y otras), con especímenes que ocupan cargos decisivos o humildes personas que sufren diariamente para conseguir algo de comer que dar a sus hijos, me doy cuenta que estamos equivocados.
La falsedad de los golpes de pecho, de esos hábitos bien planchados y sin mácula visible esconden –en muchos más casos de los que ustedes pueden imaginar– flagrantes fariseos que desprecian al prójimo que más lo necesita. Esos engañadores de fachadas lustrosa, ufanos por estas fechas, no reparan en que todos seremos inquilinos del ‘corral de los quietos’ más tarde o más temprano y allí la justicia será igual para todos.
Sí, no son buenos tiempos para nadie. La vida que nos hemos dado se ha convertido en una salvaje selva donde la regla del más fuerte se ha convertido en ley. Ya no queda casi nada de esa convivencia amable y confraternizadora que hacía que nos ayudáramos unos a otros, no. Es verdaderamente triste mirar a tu alrededor y comprobar cómo hay más alimañas de mala baba que personas de buen corazón. No les engaño si les digo que la clase humana me ha defraudado. Quizá sea demasiado inocente, demasiado crédulo al pensar en la bondad de las personas, pero todos hemos de morir y allí no habrá favores que pedir ni negocios que hacer. Allí sólo habrá tierra que sufrir sobre nuestras cabezas y tiempo, mucho tiempo.
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