El retablo de las maravillas
Vi el debate a cuatro. Al día siguiente ya daban ganador a uno u otro, dependía del medio. No ganó nadie, según mi opinión, todos perdimos. Yo no vi ni oí a ningún hombre de Estado, solo a políticos ávidos de poder defendiendo sus intereses y los de sus partidos y tapándose con la representación de una comedia en un retablo absolutamente vacío de argumentos, propuestas y compromisos creíbles.
La demagogia – que apareció en todos - llegó a alcanzar cotas superlativas en la boca del señor Iglesias. No vi ningún hombre de Estado, pero si vi, a pesar de sus errores, de sus mentiras, de sus limitaciones, de la corrupción de su partido – que no de ella – una mujer de Estado. Soraya, que bastante hizo con salir viva de los ataques inmisericordes, furibundos y a la yugular de los tres contra una, fue la única que habló de España, de nación y de trabajar y crecer entre todos para garantizar un futuro mejor a quienes detrás vienen. Sánchez sólo ofreció su empeño en echar a Rajoy. Iglesias se presentó en camisa por cuyos pliegues sobaqueros dejaba asomar el sudor, para demostrarnos que él es un “proletario” de la política. Rivera, tieso, engolado, equidistante entre los rojos y los azules, sin definirse, sin mojarse. La pobrecita Soraya, milagrosamente ilesa de tanto ataque, al menos dijo claro y tajante: “si no ganamos no gobernaremos, debe gobernar la lista más votada”. Yo, del debate, entre otras conclusiones, saqué esta: Si el próximo gobierno de España está formado por Sánchez, Iglesias y Rivera en un tripartito demencial; será el momento de ir preparándonos, no sé si borrachos o serenos, para hacer frente a lo imprevisible.
El Retablo de las Maravillas es un entremés de Miguel de Cervantes. Fue publicado en 1615, por lo que en este año de gracia de 2015 se cumplen 400 años de su publicación. En estos 400 años han cambiado muchas cosas, pero otras siguen igual aunque hermoseadas con el adorno de las nuevas tecnologías. El Retablo es la crónica de cómo se engañaba a las gentes en aquel siglo que ha sido denominado como “siglo de oro”; ahora estamos en el siglo de cobre, como mucho. En lo único que 2015 se parece a aquel 1615 es en que a las gentes se las engaña y se las manipula de igual manera con la diferencia de que entonces se hacía con retablos y ahora se hace con redes sociales, televisión, prensa escrita, móviles etc. Los cómicos de la legua recorrían los pueblos y ciudades haciendo representaciones mediante lo que se llamaba retablos (retablo.- Representación de una historia a suceso mediante figuras pintadas o talladas). Chanfalla y Chirino, dos de estos cómicos, como nada tenían en la cabeza, salvo medrar a costa del prójimo, nada podían representar. Para hacer creer a los ingenuos ciudadanos que en el retablo aparecía la más asombrosa historia jamás contada avisaban antes de la representación de lo siguiente: “Solo serán capaces de ver la grandiosidad del magnífico relato, los cristianos viejos y los hidalgos” ¡A ver quién era el guapo que, ante la nívea blancura del retablo, se atrevía a decir que allí nada había ni nada se representaba! Las gentes, antes que ser tachadas de no ser hidalgo o cristiano viejo, se lo tragaban todo.
La campaña electoral ha dado comienzo. Como cómicos de la legua, los políticos recorrerán la piel de toro representando en sus retablos las bondades de sus programas. Sus fieles, aunque nada vean en el retablo, lo verán todo. ¡A ver quién es el guapo que dice no ver nada en las palabras y en la representación del candidato! aunque el retablo de este esté vacío. De los mítines, el retablo pasará a ser representado en el televisor y ahí los ciudadanos verán y oíran lo que la pantalla les diga, tal es el poder del retablo televisivo. Se tragaran todo lo que les diga y prometa el candidato, aunque todo sea infumable y a pesar de que su retablo está tan vacío, blanco y ausente de verdad como el Retablo de las Maravillas de Miguel de Cervantes.