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Sergio Calatayud y Jaime Díaz, más talaveranos por el mundo
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Sergio Calatayud y Jaime Díaz, más talaveranos por el mundo

Dentro de nuestra serie de testimonios de talaveranos fuera de nuestras fronteras nos llegan dos nuevos testimonios desde Angola e Inglaterra.

martes 29 de diciembre de 2015, 12:01h

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Siguen siendo muchos los talaveranos y personas de la comarca que contactan con La Voz del Tajo para contarnos su historia fuera de la Ciudad de la Cerámica, cómo las circunstancias laborales, económicas o personales les han llevado a hacer su vida -de forma temporal o definitiva hasta el momento- fuera de nuestras fronteras. Este es el caso de Jaime Díaz y Sergio Calatayud, dos talaveranos de 38 años y que estudiaron juntos en el colegio La Salle. Ahora la casualidad les ha vuelto a reunir en nuestra redacción para conocer sus historia, una menos habitual y la otra ya más normalizada entre nuestros ciudadanos, pero ambos con el denominador común de la calidad que atesora el capital humano de nuestro país.

Jaime Díaz, 38 años. (Luanda, Angola)

Este ingeniero de minas se vio en la calle cuando la construcción cayó en picado. Cada curriculum caía en saco roto y por lo tanto decidió hacer una ampliación de sus estudios en la Universidad. Ahí surgió la oportunidad de saltar el charco, nada más y nada menos que hasta Angola con una empresa española dedicada a la perforación de pozos de petróleo. Las estancias de trabajo han sido uno de los principales hándicap en el trabajo, con 35 días seguidos en el país africano y otros 35 de descanso, en lo que siempre regresaba a casa. Salvo una emergencia, ninguna circunstancia es suficiente para poder tomarse unos días, ni el nacimiento de un hijo, ni una Nochevieja.

Angola es un país con dos veces la extensión de España. Los vuelos tienen su punto de origen o llegada en la capital, Luanda, y desde allí se desplazaban a la zona de trabajo. Uno de los días más negros que vivió nuestro entrevistado fue cuando él y sus seis compañeros fueron atracados a punta de pistola por dos individuos a bordo de una moto y a cara descubierta. “Fue en una vía concurrida y de día”, recuerda, añadiendo que “es el riesgo que tiene irse a un país de este tipo, donde está a la orden del día; la capital es complicada”. Además del tremendo susto, tuvieron que gastarse alrededor de 1.000 dólares en la denuncia que pusieron; momento en el que también recordó que “la policía no te hace ni caso”.

Más de tres año ha estado allí Jaime, quien ha llevado muy mal estar tan lejos de la familia y los amigos; “eso no se paga con dinero”. Él se fue solo, viviendo junto a su equipo en medio de la selva en casetas de obra y, aunque con agua y baño, aprendió a conocer el privilegio que se tiene en países desarrollados, como España. “Allí los niños son felices jugando con una lata de refresco, se te cae el alma al suelo”, expresó. Por eso, muchas veces que este talaverano hacia la compra no dudaba en dar leche, pasta o arroz a estos menores de poblados cercanos. Aunque Angola es un país rico en recursos naturales, solo se benefician de ello “los que están en el poder”.

Respecto a los sueldos, Díaz reconoció que los sueldos de las multinacionales son altos, aunque depende de las compañías, aunque las condiciones también son extremas: 35 días fuera de tu casa, con el riesgo de contraer enfermedades que están a la orden del día (dengue, tifus o malaria). De hecho, vivió con miedo el brote del ébola del año pasado cuyos casos llegaron hasta España. Por eso, siempre se toman precauciones, especialmente en el aeropuerto, como mantener poco contacto con la gente “intentando no tener fobia, pero con tus reticencias”, matizó.

Una jornada normal se desarrollaba de 6 a 18 horas, aunque siempre en guardia ante cualquier imprevisto. Había dos reuniones para los cambios de turno y las comidas se realizaban en ese periodo laboral. Para prevenir cualquier intoxicación, como la que afectó a varios de sus compañeros que comieron tortilla en un restaurante español, ellos mismos se cocinaban su pasta, arroz o verduras en un pequeño infiernillo. Alrededor de las 20 horas ya era momento de ir a la cama. En verano, cuando aquí es invierno, las altas temperaturas (35-37 grados) se combinan con fuertes lluvias y una humedad del 95 por ciento. El invierno allí baja a entre 18 o 20 grados, con neblinas nocturnas que empapan.

Por lo demás, Jaime reconoce que Angola aunque es un país del Tercer Mundo es de los más avanzados. Cada vez hacen más carreteras y va progresando. De hecho, durante dos años Luanda ha sido la capital más cara del mundo, por delante de París, Londres o Nueva York. Como ejemplo, un bote de cacao puede costar hasta cinco veces más. “Allí todas las materias primas las importan, ellos no producen nada, salvo lo que venden en los pequeños mercados de los poblados”, detalló. De la gente de a pie dijo que son “humildes y buena gente”, aunque es notorio que sigue existiendo discriminación racial. “Te hacen más caso por ser blanco”, es como una escala diferente que ellos mismos imponen, según recalca. El pasado mes de octubre ha regresado a Talavera y ahora mismo tiene estabilidad laboral con nuevos proyectos.

Sergio Calatayud, 38 años. (Londres, Inglaterra)

La historia de Sergio es quizá más común; es otra de esas personas que después de quedarse en paro 'se puso el mundo por montera' y se fue a Londres en busca de un futuro mejor. Este talaverano es ingeniero técnico en Topografía y después de trabajar en Madrid y montar su propia empresa en esta ciudad con un socio se vio sin trabajo. Después de dos años, y con un nivel medio de inglés, se fue a la capital anglosajona para empezar trabajando en un restaurante hasta que le llegó la oportunidad. Con un nivel suficiente de inglés en tan solo cinco días le llamaron para comenzar.

Aunque se fue solo en un principio, al medio año su novia decidió acompañarle. Después de tres años y medio han permanecido compartiendo piso con otros españoles, algo que ha sido como “dar un paso atrás”, aunque han regresado a los orígenes con el objetivo de encontrar una nueva oportunidad en España. Sergio no descarta volver si no surgen buenas opciones aquí, ya que además en la empresa irlandesa en la que trabajó quedaron encantados con él.

Este talaverano recuerda lo bajos que son los sueldos en la hostelería y lo cara que es allí la vivienda, aunque afortunadamente, en su trabajo como topógrafo tuvo la suerte de estar con muchos españoles, nacionalidad mayoritaria entre sus compañeros. En el proyecto en el que ha trabajado Sergio consiste en la realización de un túnel que conectará en metro el este y el oeste de la ciudad inglesa. Respecto al clima de allí, también confirma los tópicos del frío y la lluvia, aunque también recuerda la humedad del verano y los 27 o 28 grados que se viven como los 40 de España, aunque “allí no están preparados para cuando hace mucho calor, el metro o el autobús no tienen aire acondicionado”, concluyó.

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