Larga semana esta que hemos vivido viendo el sufrimiento de todo el mundo con lo sucedido en Francia. Luto por un país que ha sufrido un ataque brutal. Semana de sangre derramada, violencia gratuita, lágrimas vertidas y desconsuelo por doquier.
Redes sociales al rojo vivo, miles de guasap de contacto en contacto, de grupo en grupo, tuits por millones y demás mensajes y vídeos.
Semana de declaraciones generales, izando la bandera de la libertad coartada por unos terroristas locos que han sembrado la violencia por un mundo que no es el suyo. Acogidos y criados en él, viajan a sus raíces para aprender el arte del horror, los trucos del sufrimiento, las artimañas de la maldad…
Vuelven con sus explosivos a nuestras democracias, en las que no creen, para intentar derrumbar, destruir y demoler sus cimientos, con la mera excusa de devolvernos el sufrimiento que les hemos causado. ¿Por qué?
Somos civilizados no podemos devolver el “ojo por ojo”…¿debemos quedarnos quietos y observar?
Por el contrario alzamos nuestras voces para defender lo más preciado que tenemos: nuestras libertades y nuestros estados de bienestar.
Y entre tantas voces, unas son acordes al momento y otras discordantes, unos apelan a la unidad, otros al ataque y la venganza, otros a la potenciación del espionaje…y todos son respetables y respetados, porque así vivimos, en eso creemos y eso defendemos.
La unidad debería ser lo más importante entre todos los que componen la UE pero después de las primeras horas algunos suavizan sus discursos otros dicen: “sí pero….no”, reculan, vacilan.
Y mientras los terroristas siembran el dolor en Francia aquí, más cerca, a treinta kilómetros César moría en un accidente laboral. Un chico de mi pueblo, Torrico, amante del campo y de Manolo García perdía la vida en una desafortunada caída.
Descansen en paz y que esa misma paz, llegue a sus familias que ahora son las que verdaderamente sufren y harán luto y tendrán pena y miedo por lo que pueda venir.