De Castilla a Cataluña
Por Fernando Rovetta Klyver (AIADH-CLM)
sábado 26 de septiembre de 2015, 21:10h
Ante la inminencia de los comicios en Cataluña, que por voluntad de su Generalitat adquieren el carácter de plebiscito independentista, resulta oportuno ensayar un comentario. Para ello nos valdremos de dos análisis que pueden resultar lejanos, aunque datan de menos de un siglo: La España invertebrada de Ortega y Gasset (1922) y el Homenaje a Cataluña de George Orwell (1938).
Ortega y Gasset, en este "ensayo de ensayo" escrito entre las dos Guerras mundiales, ofrece unas ilustrativas pinceladas de la historia. Sus tesis son audaces y provocativas, como defender la conveniencia de castas aristocráticas, opuestas a unas masas rebeldes que terminaron conquistando el poder en los fascismos europeos. Tal aristocracia no estaba vinculada ni a prósperos capitalistas, ni a clérigos que les fueran funcionales, se trataba de personas cuya excelencia intelectual o moral pudiera presentarles como referentes a seguir, sin que esto implicara una obediencia incondicional o el tratar de imitarlos.
Para Ortega, "España es una cosa hecha por Castilla". A diferencia de Grecia, donde sobreabundó la aristocracia aludida, "Roma y Castilla, mal dotadas intelectualmente, forjaron las dos más amplias estructuras nacionales". Pero, como todas las naciones latinas, se construyeron por incorporación y se destruyeron por disgregación. Para el caso español, primer Estado europeo que logró unificarse por la ausencia de feudalismo, se construyó junto a la macroempresa colonizadora de América, para comenzar en el s.XVII a desintegrarse perdiendo primero los Países Bajos, el Milanesado y Nápoles, a principios del s.XIX las colonias de América, a finales Cuba y Filipinas. Pero al alborear el s.XX se insinúan desde Barcelona y Bilbao sendos particularismos, que pretenden renegar de su pertenencia a un todo político y cultural.
Tratando de identificar las causas de este secesionismo, considera errado buscar el mal radical en Cataluña o Vizcaya: "cuando una sociedad se consume víctima del particularismo, puede siempre afirmarse que el primero en mostrarse particularista fue precisamente el Poder central." De tal modo, la principal responsabilidad de estos hechos habría que buscarla en la falta de una política de Estado por parte de los dos partidos que alternaron en el poder desde la transición.
Para completar tal diagnóstico, resultan oportunas dos referencias al gobierno catalán que, con marcado oportunismo y astucia, supo camuflar los intereses económicos de parte de su burguesía, con una ideológica manipulación de la historia reciente, según la que: la Guerra civil habría tenido como uno de sus principales objetivos sofocar un independentismo, desde entonces pendiente.
En Homenaje a Cataluña, George Orwell, describe desde su trinchera republicana "el caleidoscopio de partidos políticos y sindicatos, con sus agotadores nombres -PSUC, POUM, FAI, CNT, UGT, JCI, JSU, IAT" y los dos proyectos enfrentados: si para unos, la Guerra era el momento propicio para realizar la Revolución; para los otros "Quien trate de convertir la guerra civil en una revolución social le hace juego a los fascistas." En ningún caso se hace referencia al independentismo.
Si hay un pueblo cuya independencia sí está pendiente es el del Sahara Sur Occidental, última víctima colectiva del franquismo. Para el caso de Cataluña, preocupa que un partido de Izquierdas abandone su internacionalismo para aliarse con un partido de derechas, asumiendo un discurso nacionalista como el de aquellos que en Alemania saludaron el advenimiento del nacionalsocialismo. Esta falta de perspectiva es otro efecto pernicioso de que oportunamente no haya asumido el Estado una justicia transicional, un debate sobre la memoria histórica.
Además, respecto al incidente de las banderas en el balcón del Ayuntamiento de Barcelona, aun cuando pueda discrepar respecto a lo que cabe esperar de estos comicios, considero respetable la defensa del "derecho a decidir" expresada reiteradamente por Gerardo Pisarello. Su desafortunada reacción, ante la pretensión de dos ediles del partido en el gobierno estatal de exhibir la bandera española, puede admitir como atenuante su petición previa de que fuera retirada la bandera independentista.
Finalmente, volviendo a Ortega si "Castilla ha hecho España, Castilla la ha deshecho". Después de estos comicios y con independencia de sus resultados, cabe plantear una urgente autocrítica, a todos los que nos sentimos españoles, pero en particular a quienes lo hacemos desde Castilla, y sobre todo a aquéllos que han conseguido -con astucia y manipulación- escindir a un pueblo tan digno como el catalán.
Talavera, 25 de septiembre de 2015.