Manuel del Rosal
Pulpo al monóxido de carbono
miércoles 23 de abril de 2014, 10:51h
La cocina de autor ha incorporado un nuevo elemento a sus creaciones: El monóxido de carbono.
Ahora en las terrazas te ofrecen toda clase de tapas y bebidas aderezadas con este gas. El monóxido de carbono no se cobra
Llega el verano y llegan las terrazas, esos lugares que, se supone, nos ofrecen un sitio refrescante aislado del ruido y los coches donde saborear una buena cerveza con su correspondiente tapa mientras se disfruta de una animada conversación. Esas eran las terrazas de antaño, hoy las terrazas inundan las aceras, impiden el paso y están situadas al borde de la calzada soportando el ruido de los coches y lo que estos van dejando salir por el tubo de escape. No parece que esto les importe a las personas que, al tiempo que beben y comen aspiran el monóxido de carbono de los coches, autobuses y motos que pasan rozándolos.
Se ha prohibido fumar por aquello de los malos humos, como si los únicos malos humos fueran los de los cigarrillos. El monóxido de carbono es un mal humo, tan malo o más que el humo del cigarrillo. La intoxicación por monóxido de carbono es muy sutil y podemos no darnos cuenta de ella. A la muerte producida por este gas se la llama “Muerte Dulce”. Sin llegar a tanto su inhalación causa dolor de cabeza, mareos, nauseas y visión borrosa entre otros síntomas. Pues bien, en las terrazas que inundan nuestras aceras y que se sitúan bordeando las calzadas, se respira monóxido de carbono a plenitud. Parece ser que a las autoridades competentes tan celosas con el tabaco, no les importa que al trago de cerveza se le añada una buena porción de este gas que te entra en las células sin que tú te des cuenta. Hombres mujeres y niños se sientan en esas terrazas y cuando se levantan llevan en sus células sanguíneas una cantidad de ese gas pernicioso que los vehículos de motor han ido dejando a su paso; eso si, se preocupan muy mucho de no fumar para no molestar a los vecinos de mesa y para que los bebés arrebujados en sus cochecitos no aspiren el humo del cigarrillo, aunque se atiborren de monóxido de carbono. La mayoría de las terrazas de ahora no están situadas en lugares apacibles, silenciosos, rodeados de jardines donde saborear la bebida mientras el olor de la resina de los árboles y el perfume de las flores inunda nuestros sentidos; ahora el olor que nos inunda es el que expele el tubo de escape de los coches y autobuses y el que emanan los contenedores de basura situados al lado de la terraza
El título podría haber sido “Anchoas con espuma de CO en una base olorosa de contenedor”, pero me pareció excesivo y rebuscado. “Pulpo al monóxido de carbono” he titulado este artículo de forma satírica, pero estoy seguro que si de verdad existiera esta tapa y se pusiera de moda, la gente la tomaría con la misma fruición con la que se sientan en una acera para, entre trago y trago de cerveza, entre mordisco y mordisco de tapa, llenar sus células sanguíneas del gas que por los tubos de escape expulsan los coches, autobuses y motos; y aspirar los efluvios de los contenedores de basura. ¡Fantástico!