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Carlos Granda

Un país de CATetos

Un país de CATetos

miércoles 23 de abril de 2014, 10:51h

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Salimos a la calle, nos quejamos de que somos el culo de Europa, protestamos por las condiciones lamentables laborales de un país como el nuestro padece en pleno signo XXI pero, desgraciadamente, tenemos el país que merecemos si miramos a nuestra clase política y, lo que es peor, a nuestra cada vez más acomplejada sociedad.
Estamos como estamos, con una crisis económica galopante que ahoga a los ayuntamientos de nuestro país y que nos mantiene estancados, con las colas del INEM más concurridas que las de un concierto de Justin Bieber y con la calculadora echando humo en millones de hogares para que algo tan esencial como llegar a fin de mes no sea una utopía. Y, mientras, nuestra máxima preocupación es poner pegatinas en las matrículas y retirar banderas de los balcones. Sí, vivimos en un país en el que los ocupan el sillón presidencial anteponen trivialidades provincianas y acomplejadas antes de solucionar los anhelos y las necesidad que de verdad interesan al ciudadano.

Ahora, auspiciada por el actual consejero del Interior de Cataluña, Felip Puig, ha surgido la moda de colocar pegatinas en las matrículas de dicha comunidad sustituyendo la sigla oficial E de España por la de CAT. En un nuevo y burdo intento de crispar y dividir a la sociedad, a este señor no se le ocurre otra cosa que impulsar la pegada masiva de pegatinas alegando que de esa manera está mejor representado su "país". Este individuo, que además es el máximo responsable de los Mossos d'Esquadra, policía autonómica con competencias en tráfico, decide saltarse a la torera una Ley que impide alterar la identificación legal de los vehículos. Si vuelve la moda de las pegatinas, como parece que todo vale, habrá a quien le dé por decorar sus matrículas con fotos de Cristiano Ronaldo o de 'Hello Kitty' para acompañar la numeración de su placa. Lamentable.

Un poco más al oeste, otros, con menos afición por las estampitas y los cromos, prefieren retirar banderas o retratos del Rey por los mismos motivos que los amigos de los adhesivos. Curiosas prácticas las de un país que con esta sarta de tonterías mantiene viva una llama que a algunos les interesa que permanezca latente pero que hace un flaco a los ciudadanos. Los árboles no permiten ver el bosque.
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