Pequeños y Protección.

Buscamos un libro para enseñarle a dormir, un libro para enseñarle a comer, un libro para enseñarle a jugar, un libro para que nos diga cómo hacerle abogado, ingeniero, etc., y perdemos, desde mi punto de vista, el norte de la educación a un ser, que debe ser, como primero, garante de la reproducción y producción social.

Me pregunto, ¿cómo pudieron nuestros antepasados educar a sus hijos e hijas sin la disposición de internet, libros o televisión?

Creo que para educar a un hijo o hija es toda una responsabilidad que conlleva poner el cien por ciento de nuestro tiempo en su educación, y ello conlleva, estar, acariciarlos, abrazarlos, contarles cuentos, jugar con ellos, reír, sufrir, estar noches en vela, enfadarnos, contrariarnos, preocuparnos, quererlos, a veces “tirarles por la ventana”, y en definitiva, ser sus guías en un mundo ya bastante reglado, como que vengamos a reglar cuando comer, cuando dormir, cuando ducharse, cuando cagar y cuando mear.

Mi consejo es sencillo, disfrutar de vuestros hijos e hijas, y que si algo debéis transmitirles, además de una moralidad para discernir entre lo bueno y lo malo, desde vuestro punto de vista, que sea el hacer un niño o niña que crezca feliz, sano y con la confianza de que es querido, eso lo hará fuerte, y con ello podrá, con grandes garantías, afrontar el futuro con optimismo y seguridad en sí mismo, y en quien les rodea. No les trasmitáis vuestros miedos e inseguridades.